El 24 de octubre de 1909 se inauguró un monumento ecuestre del General de San Martín en Boulogne Sur-Mer. Fue el primero emplazado en su honor en toda Europa. Unas 10 mil personas asistieron a la ceremonia, que comenzó exactamente a las tres de la tarde.

Para esa ocasión, Argentina envió una flota naval compuesta por la Fragata Sarmiento, las cañoneras Paraná y Rosario, y el barco de transporte La Pampa, que trasladó materiales, un escuadrón de granaderos, un destacamento de fusileros de la Marina, y a varias personalidades civiles y militares invitadas. También llevó caballos que se quedaron en Francia, ya que fueron donados al Ejército galo, que aún hoy cría a sus descendientes.

El soldado argentino conscripto Juan Rabufi protagonizó el episodio más triste de la ocasión: contrajo una neumonía por la que debió ser hospitalizado y falleció dos semanas después, el 9 de noviembre. Sus restos fueron repatriados por la Fragata Libertad en 1967 y descansan en su pueblo natal, Castilla, en el partido bonaerense de Chacabuco.

"No fue Boulogne, por cierto, el sitio donde la muerte le sorprendiera casualmente, sino el rincón elegido por él mismo para vivir sus últimos días de proscrito voluntario", expresó durante el acto inaugural el poeta argentino Belisario Roldán.

Lo que siguió dio lugar a una leyenda: la ciudad fue bombardeada en las dos guerras mundiales, pero el monumento apenas fue afectado por unas esquirlas.

Por su posición estratégica cercana al canal de La Mancha y próxima al puerto de Calais, durante la Segunda Guerra Mundial, Boulogne-sur-Mer fue ocupada por los alemanes. Soportó 487 bombardeos aéreos y gran cantidad de ataques navales; desaparecieron barrios enteros, como los de Capécure, Ave María y Saint-Pierre, indudablemente el más castigado y próximo a la estatua del Libertador.

El Día D, el 6 de junio de 1944, los aliados desembarcaron en Normandía para comenzar la liberación de Europa desde Francia. Fue la mayor invasión por mar de un país en toda la historia: unos 250 mil soldados llegaron al norte de Francia con el objetivo de abrir un camino hasta el corazón del Tercer Reich.

Nueve días más tarde, durante la noche del 15 de junio de 1944, unos 300 aviones arrojaron 1.200 toneladas de proyectiles sobre Boulogne-sur-Mer, con epicentro en la base de submarinos instalada a 200 metros de la estatua de San Martín.

Como el objetivo estaba fuertemente defendido, el ataque se efectuó desde una gran altura, lo que explica que en los alrededores de la base, a una y otra margen del río, la destrucción resultó completa: el barrio Saint-Pierre dejó de existir, los hoteles y construcciones de la calle Saint-Beuve desaparecieron. La hecatombe bélica los había dejado en el recuerdo.

En cada ataque cayeron centenares de casas y edificios. Pero del remolino dantesco de polvo, fuego y humo, sólo una cosa surgió serenamente enhiesta, magníficamente segura, como si estuviera indiferente a tanta locura: la estatua del general San Martín.

Parece imposible explicar por qué quedó en pie. Apenas se lo cubrió con bolsas de arena, porque en Europa -a pesar de la guerra- se trató de preservar los monumentos, y evitar que se hicieran casquillos con el bronce. Aun así, no parece científicamente factible.

Como la razón no puede describir el fenómeno, la explicación que dan en la Ciudad es que "hubo una mano superior que desvió la bomba destructora" o que "ha habido una voluntad que quiso revelarse por el signo cierto de un amparo a todas luces imposible". En fin, que es un mensaje decisivo y elocuente a los pueblos y a los hombres.

La ciudad que acogió al general en sus últimos días resurgió de la batalla con la estatua del héroe como custodia intacta. Y así nació el agradecimiento eterno de un pueblo a ese Libertador de otras tierras que fue custodio de su reconstrucción, el hito de lo que fue para comenzar de nuevo.

Quizás sea ésta la historia menos contada del general San Martín, que no sólo trascendió su propia tierra, sino que su imagen póstuma se erigió como un símbolo de la libertad que legó, y anticipó la de Francia, que luego fue la de Europa toda.

Este texto es parte de una nota escrita por la Profesora de Historia Alicia Panero para Infobae.



Homenaje al submarino ARA “San Juan” en Francia

En el marco del Día de la Armada, la Asociación General de Amigos de Submarinistas instaló en la localidad de Boulogne-sur-Mer una estela en memoria del submarino argentino.

En el mes de mayo de 2022, en el marco de las celebraciones por el Día de la Armada, la Asociación General de Amigos de Submarinistas organizó un acto especial en homenaje al submarino ARA “San Juan” y su tripulación en la localidad francesa de Boulogne-sur-Mer.

La ceremonia contó con la presencia de la Ministra Consejera de la Embajada de la República Argentina en Francia, Silvina Murphy; el Alcalde de Boulogne-sur-Mer, Frédéric Cuvillier; el Presidente de la Asociación General de Amigos de Submarinistas, Contraalmirante (RE) Dominique Salles; y el Presidente de la Asociación de Submarinistas de Alta Francia, Yves-Marie Bonnaillie.

Por parte de la Armada Argentina, estuvieron presentes el Agregado de Defensa, Militar , Naval y Aéreo a la Embajada Argentina en la República de Francia, Capitán de Navío Pablo Basso; el Jefe de la Misión Naval Logística en Europa, Capitán de Navío Santiago Villemur; el Capitán de Fragata Gustavo Escalas, el Capitán de Fragata Contador Eduardo Ordóñez y el Suboficial Principal Cristian Bressani. Participaron, además, representantes de la Fuerza Aérea Argentina y del Ejército Argentino que cumplen funciones en Francia.

Durante el acto, y tras entonarse el Himno Nacional Argentino, se instaló una estela que representa la silueta del “San Juan” bajo el sol, sostenido por las insignias de submarinistas de ambas naciones. La escultura, diseñada por dos submarinistas miembros de la Asociación General de Amigos de Submarinistas y fabricada en Francia, es una copia exacta de aquella que fue entregada a la dotación del patrullero ARA “Piedrabuena” en su travesía inaugural y desde noviembre del año pasado se encuentra exhibida en el Museo del Arma Submarina de la Base Naval Mar del Plata.

En sus palabras alusivas, el Contraalmirante (RE) Salles expresó: “Un submarino es discreto por naturaleza: solo habla cuando está obligado, por orden o en caso de emergencia. Así, a la pregunta ‘¿Tiene alguna noticia del submarino?’, se suele responder ‘Si no habla, es que no tiene nada que decir’”.

“En noviembre de 2017 un silencio, un silencio demasiado largo alerta a la Armada y llena de pavor a las familias del ‘San Juan’: el submarino callará para siempre. A partir de entonces, en todo el mundo, los submarinistas, activos o retirados, compartirán el dolor de las familias argentinas”, continuó.

Luego de hacer un paralelismo con los casos de los submarinos franceses “Minerva” y “Eurydice” –desaparecidos ambos– y, en el caso del primero, encontrado en 2019, el Contraalmirante (RE) Salles destacó: “Ciudad de Boulogne-sur-Mer, aquí estás hoy testigo y guardián de lazos muy profundos: entre el General José de San Martín y la tripulación del ‘San Juan’; entre las tripulaciones del ‘San Juan’ y del ‘Minerve’; entre submarinistas argentinos y franceses; entre nuestras dos naciones”.